#Cuidar es una acción que implica ofrecer atención, apoyo, protección y cariño a alguien para asegurarse de su bienestar, desarrollo y seguridad.
El acto de cuidar va más allá del cuerpo físico, ya que abarca aspectos emocionales, mentales y espirituales. Cuidar implica estar presente, ser atento y considerado hacia las necesidades y deseos de la otra persona, y actuar en consecuencia para garantizar su confort y bienestar.
Cuidar bien es más fácil si hemos sido cuidados desde niños. El regalo de haber conocido el goce natural del cuerpo, el placer de una comida sana y sabrosa y, más adelante, de una sexualidad satisfactoria nos hace más sencilla la tarea de cuidar de otro y transmitirle este bienestar. Si hemos aprendido a expresar emociones y a aceptar las expresiones de los demás, será natural liberar fronteras sin miedo a ser lastimados o a perderse en el cuidado del otro.
Es de vital importancia saber que si solo cuidáramos del cuerpo es probable que el otro se sintiera tratado como un objeto, y por ello extremadamente vulnerable.
Cuando más frágil y necesitado de asistencia sea un ser humano, tanto más cruciales se vuelven los actos de recibir comida en la boca, ser lavado, ser cambiado de ropa, ser levantado o asistido para ir al baño.
Tratase de un bebé, un enfermo, una mujer que acaba de dar a luz, un discapacitado o un anciano, la comunicación y el contacto táctil impregnado de cualidades afectivas, acaban siendo centrales en la posibilidad de crecimiento, de reparación y de recuperación.
Me impacta que cada vez hay menos personas apasionadas de profesiones relacionadas con el cuidado. Estamos necesitados de enfermeras, auxiliares de enfermería, comadronas, cuidadoras de ancianos, de mujeres (la mayoría) que se pongan a servicio de los más vulnerables, con todas las cualidades más positivas del materno.
Me pregunto sobre las razones. Muchos pensadores deben de haber reflexionado sobre las causas de este fenómeno. Probablemente la elevación del valor de la intelectualización sea una de ellas, así como el desplazamiento del eros hacia las máquinas y hacia la imagen de un cuerpo perfecto, sano y fuerte, o sea de un cuerpo inexistente.
Existen muchas maneras de abordar la cuestión. La Haptonomía, que concierne la vida entera del ser humano, desde la concepción hasta la muerte, lo hace acompañando los profesionales más ambiciosos a descubrir el poder de la Afectividad y del tacto psico-afectivo, para que cada contacto se transforme en un verdadero encuentro capaz de aumentar la seguridad y la confianza en sí mismos y en la vida.